La bronca – Febrero 01, 2010

No supo. Nunca supo por qué no supo. O más bien no pudo. Porque en realidad, saber sabía. Pero era un saber ingobernable, un saber que no servía para contener toda esa bronca que le asomaba por los ojos. Saber que uno tiene bronca sólo sirve si uno también sabe cómo hacer para domarla, o al menos, ocultarla. Pero él no pudo. O quizás no quiso. Porque saber y poder no dependen de la voluntad, pero querer, eso sí, es puro dominar los sentimientos. La cuestión es que porque no supo, no pudo o no quiso, cuando se dio cuenta, ya el hecho había sido consumado. Y entonces, sólo le quedó arrepentirse. Pero tampoco. Porque no supo. O no pudo. O no quiso.

 

Deja un comentario